Yucatán

SE CUMPLEN 170 AÑOS DE LA REINCORPORACIÓN DE LA REPÚBLICA DE YUCATÁN A MÉXICO

Este 17 de agosto del 2018 se cumplen 170 años de que los estados que conformaban la república de Yucatán, sean reincorporados a los Estados Unidos Mexicanos.

La entidad se independizó el 1o de octubre de 1841, y se reintegró definitivamente a la nación Mexicana el 17 de agosto de 1848.

La denominada República de Yucatán,fue un estado (el de Yucatán) que existió en el siglo XIX y que abarcaba los actuales estados mexicanos de Campeche, Quintana Roo y Yucatán, los que en tiempos de la dominación española habían constituido la Capitanía General de Yucatán.

Yucatán se unió a la federación mexicana como república federada de Yucatán el 29 de mayo de 1823; Sin embargo, fue hasta el 23 de diciembre de 1823 cuando se le admitió como estado de la federación.

Se independizó en 1841 naciendo así la denominada segunda «República de Yucatán» y se reintegró definitivamente a la nación en 1848.

Generalmente al hablar de la República de Yucatán se hace referencia a la segunda época que fue de 1841 a 1848.

Durante este período se dio una separación de facto entre el estado de Yucatán y la República Mexicana.

En este periodo de autonomía uno de los logros más importantes del pueblo yucateco fue redactar una de las constituciones más avanzadas de su tiempo, aunque como la Argentina de 1826, no se llegaba a aplicar, la Constitución de 1841 que emplea desde aquella época términos y conceptos aún vigentes: las garantías individuales, la libertad religiosa y la figura jurídica del amparo.

Durante el periodo de esta llamada «II República» se vivió una terrible crisis originada por la Guerra de Castas, que obligó a los gobernantes yucatecos a pedir ayuda militar a México a cambio de la reincorporación de Yucatán a la soberanía mexicana.

Separación yucateca

La Constitución Federal mexicana de 1824, fruto del gobierno republicano que surgió después del imperio iturbidista, satisfacía plenamente los ideales yucatecos, pues definía a los estados como entidades soberanas y con poder de autogobierno, aunque reunidos en la nación mexicana.

En México, al paso de los primeros años como nación independiente, se formaron dos corrientes políticas que se disputaban el poder público: los federalistas y los centralistas que pretendían la hegemonía política en el poder central ubicado en la Capital de la república.

Fue en 1835 que los centralistas tomaron el poder de México y desde la Ciudad de México se quiso gobernar a Yucatán. Los federalistas yucatecos se levantaron contra el gobierno mexicano, ahora de ideología centralista.

México al dejar de ser una federación rompía su pacto con Yucatán, pues se habían violado las cláusulas de la incorporación de la península a México.

Los federalistas yucatecos soportaron la situación solamente cinco años, en Yucatán se empezó a formar un ejército federalista para luchar contra los centralistas.

El ejército federalista de Yucatán comandado por el capitán Santiago Imán tomó la ciudad de Valladolid, y el 12 de febrero de 1840, se emitió un manifiesto en el que se establecía que el federalismo debía ser restaurado como forma de gobierno para combatir la pobreza en el territorio.

El acta exigía el restablecimiento de la Constitución Mexicana de 1824.

Seis días después, en presencia de las tropas de la guarnición de Mérida, capital de Yucatán, al mando de Anastasio Torrens, y una gran cantidad de simpatizantes, se firmó el acta en la que se apoyaba al movimiento triunfante de Valladolid y se proclamaba la independencia del territorio yucateco, hasta que el gobierno centralista mexicano reconociera que el Estado de Yucatán era libre y soberano y se restableciera la Constitución Federal de 1824.

El 6 de junio de 1840, la ciudad de Campeche (entonces perteneciente a Yucatán) se rindió a los federalistas tras un sitio militar. El gobierno centralista de México le declaró la guerra a Yucatán.

El 16 de marzo de 1841 estando en junta el primer Ayuntamiento Constitucional de Mérida, irrumpió en la sala un grupo de personas encabezadas por Miguel Barbachano y Tarrazo (futuro gobernante de Yucatán).

Sin violencia y sin armas solicitan al Cabildo que se haga la petición al Congreso, requiriendo la independencia de Yucatán.

Al aceptar el Ayuntamiento se desató la euforia del grupo y se dice que hubo un atronador y unánime aplauso. Dentro de esa euforia algunos miembros del grupo arriaron la bandera mexicana y enarbolaron en su lugar un pabellón que se llamó yucateco.

Oficialmente unos días después se removió el lábaro mexicano de barcos y edificios en favor de La Bandera Yucatanense.

El primero de octubre de 1841, la Cámara de Diputados local aprobó el Acta de Independencia de la Península de Yucatán. El primer artículo decía lo siguiente: «El pueblo de Yucatán, en el pleno uso de su soberanía se erige en república libre e independiente de la nación mexicana».

Ya en la Ciudad de México, sede del gobierno centralista de Santa Anna, los tratados de Andrés Quintana Roo y Yucatán fueron ignorados.

El gobierno centralista exigía que Yucatán se uniera a México y aceptara todas las leyes del Congreso Constituyente establecido por el dictador veracruzano.

Se exigía además que Yucatán rompiera toda relación con Texas, pues México aún no reconocía la independencia de los texanos. Se intentaron varias vías diplomáticas, pero todo fracasó.

Invasión armada a la península

Al fallar en su intento por someter a Yucatán el general Santa Anna envió fuerzas militares a la península para abatir a los federalistas.

En agosto de 1842 se presentó una escuadra militar mexicana en las costas de isla del Carmen (actual Ciudad del Carmen, Campeche) conformada por cuatro buques de guerra comandada por el capitán Tomás Marín, exigiendo la reincorporación de Yucatán a la República Mexicana.

A los pocos días tomaron la ciudad sin encontrar resistencia militar.

Los ejércitos mexicanos llegaron a la hacienda de Pacabtún en las inmediaciones de Mérida, cuando se enteraron que los yucatecos ya tenían preparada la defensa de Mérida y contaban con el refuerzo de once mil indios mayas.

El 24 de abril de 1843 el general Peña y Barragán (centralista mexicano), se ve obligado por la fuerza de las circunstancias a rendirse y se compromete a retirar sus tropas por mar hacia Tampico.

                                                                                 La Guerra de Castas
Los mayas estaban cansados de la situación injusta en que vivían y el 30 de julio de 1847 se levantaron en armas contra la población blanca y mestiza.

Fue en Tepich donde estalló la rebelión de los que habría de durar más de 55 años, aun cuando los problemas de fondo que la originaron continuarían siendo motivo de inquietud hasta 1937.

En 1848 la guerra de castas había cundido por toda la península y parecía que los indígenas podrían exterminar a la población blanca y mestiza.

Aprovechando la experiencia bélica que habían adquirido en las continuas guerras civiles del Estado, planearon el movimiento rebelde Manuel Antonio Ay, cacique de Chichimilá; Cecilio Chi cacique de Tepich, y Jacinto Pat, cacique de Tihosuco.

Primeramente éstos se dedicaron a hacer proselitismo entre los naturales de los demás pueblos y, descubierto en sus maniobras, Manuel Antonio Ay fue aprehendido, procesado, condenado a muerte y ejecutado en la plaza de Santa Ana de la ciudad de Valladolid, el 26 de julio de 1847.

En vista de tales acontecimientos, los otros jefes de la rebelión anticiparon su estallido. Cecilio Chi tomó a Tepich, donde dio muerte a todos los vecinos de raza blanca, salvándose solamente uno, que fue a Tihosuco a dar cuenta del hecho.

El gobierno de Santiago Méndez actuó rápidamente contra los indígenas; sin discriminación alguna, aprehendió y sacrificó a los caciques de Motul, Nolo, Euán, Yaxkukul, Chicxulub, Acanceh y otros sitios, pero las poblaciones del Sur y el Este fueron cayendo en poder de los rebeldes, que dieron muerte a los habitantes e incendiaron los caseríos.

El 21 de febrero de 1848, una vez que habían tomado Peto, Valladolid, Izamal y otros 200 pueblos, los indígenas, al mando de Venancio Pec, asaltaron Bacalar, dando muerte a la mayoría de sus habitantes.

Sólo pudieron salvarse quienes en la oscuridad huyeron hacia la Honduras Británica (Belice), instalándose en la población de Corozal y en sus vecindades, donde aún permanecen un gran núcleo de descendientes de mexicanos.

El gobierno de Santiago Méndez, acosado por la insurrección que parecía no poder controlar, ofreció la soberanía yucateca a cambio de auxilio militar, al gobernador de Cuba, al almirante de Jamaica, a los ministros de España e Inglaterra, pero nadie atendió sus súplicas.

El gobierno de Méndez no pudo controlar la situación y una comisión en Washington hizo un ofrecimiento formal para que Yucatán fuera anexado a Estados Unidos.

Al presidente James Knox Polk le agradó la idea y pasó la ‘Yucatan Bill’ al Congreso estadunidense, pero fue desechada por éste. Méndez tuvo que abandonar el gobierno dando paso para que nuevamente Miguel Barbachano regresara al mando.

El levantamiento era tan grande que la población no-indígena de Yucatán corría el riesgo de desaparecer. Fue entonces cuando el jefe rebelde, Jacinto Pat, acuartelado en Tzucacab puso condiciones para terminar con la guerra:

-Que se le reconociera como Jefe Supremo de todos los indígenas de la península.

-Que los mayas pudiesen hacer sus siembras de maíz en las tierras baldías, sin pago alguno.

-Que fuera abolida toda contribución personal de los indígenas.

Finalmente, el 19 de abril de 1848, cuando sólo le quedaban al gobierno yucateco de la ciudad de Mérida, algunas poblaciones de la costa y el camino real a Campeche, representantes del gobernador Miguel Barbachano y del cacique Jacinto Pat, firmaron el Convenio de Tzucacab, según el cual quedó abolida la contribución personal, reduciendo a 3 reales el derecho de bautismo y a 10 el de casamiento; autorizados los indios a rozar (quemar) los montes para sus sementeras, a no pagar arrendamiento; dispensados los acreedores de sus deudas y reintegrados todos los fusiles que se les habían requisado.

Los artículos 5 y 6 del convenio reconocían que Barbachano y Pat serían gobernadores vitalicios, el primero de los españoles y mestizos, y el otro de los cacicazgos indígenas.

Pero Cecilio Chi que ejercía la jefatura de los mayas del Este, mucho más radical que Pat, pugnaba por el exterminio total de los blancos y rechazó el convenio.

Vino en ese punto un cambio de actitud providencial del gobierno federal mexicano y se acordó entregar ayuda económica y apoyo militar al gobierno yucateco instituido.

Poco a poco, éste logró recuperar parte del territorio perdido: las ciudades de Izamal, Tunkás, Ticul, Tekax, Sotuta, Cantamayec y Yaxcabá; así como Tihosuco, Calotmul y Valladolid.

La muerte de Marcelo Pat, hijo de Jacinto, coadyuvó a la disminución de la hostilidad maya ya que indujo a aquél a abandonar la lucha. La guerra de Castas se prolongó de cualquier forma hasta principios del siglo XX.

Cuando Barbachano tomó el poder de Santiago Méndez en 1848, lo primero que hizo como gobernador fue informar al gobierno de México, que entonces residía en la ciudad de Querétaro, de la angustiosa situación de la guerra de castas y solicitar auxilio económico y militar.

El presidente mexicano José Joaquín Herrera determinó el 14 de julio de 1848 dar a Yucatán 150 mil pesos (de los 3 millones que EU diera como indemnización a México por la guerra), y envió armas y municiones a Yucatán.

El Gobierno mexicano dirigió el siguiente mensaje a Barbachano: «Inútil fuera, Sr. Gobernador, que después de haber expuesto a V.E. los deseos de la nación, los sentimientos de los representantes, y la conducta del Gobierno respecto de Yucatán, yo me extendiera con el propósito de convencer la intensidad del interés que excita la suerte de ese Estado y la decisión del Gobierno por salvarlo. Para la actual administración todas las desgracias pasadas no deben recordarse sino como una lección severa que a todos nos indica el deber de reparar tanto infortunio. El Exmo. Sr. Presidente no ve en Yucatán más que una parte y muy interesante de la Unión; ni en sus ciudadanos más que hermanos nuestros entregados a la furia implacable de los salvajes».

La rebelión indígena fue parcialmente aplacada en agosto de 1848 (sin que esto significara el fin de la guerra de castas); y el 17 de agosto del mismo año, Barbachano decretó la reincorporación de Yucatán a la federación mexicana y el restablecimiento de la Constitución de Yucatán de 1825.

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